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El Atlético se enreda en una alambrada

Los rojblancos son incapaces de marcar ante un combativo Getafe que jugó en inferioridad durante más de 20 minutos. Suárez y Dembélé, que acabaron formando pareja de ataque, tuvieron ocasiones

Con una caricia quiso Luis Suárez apagar la agonía. El Atlético vivía encaramado al área del Getafe y el charrúa acabó besando el poste. Después trató de hacer las cosas a su manera Dembélé, pero tampoco hubo manera. Ni en superioridad se las apañaron los de Simeone para atravesar la alambrada diseñada por Bordalás, que acabó siendo un muro acorazado de seis afiladas puntas. Un indigesto bocado que detiene el paso del líder. No siempre es sencillo salir del barro.

De inicio, el Atlético se presentó en el Coliseum animado y animoso. Con un juego rápido y unas intenciones bien definidas. Pero ya se sabe que cuando está delante el Getafe, una cosa es lo que uno quiere y otra lo que le dejan hacer. Esos bríos iniciales le duraron al líder lo que tardaron los chicos de Bordalás en cerrar filas y ajustar líneas. Hubo un aviso de Carrasco, al que Correa encontró con su periscopio, pero no pasó de ser un simple recado. Y poco a poco, la noche se fue volviendo más oscura y atropellada. A veces mirarse al espejo no es una tarea sencilla. Así que, durante un buen rato anduvieron ambos afilando la mirada y el instinto, escudriñando cuándo y dónde podría encontrarse una solución para desencallar el tapete.

Marcos Llorente, aparte de ofrecer mil desmarques, detuvo un contragolpe azulón como sólo él podría hacerlo. Recuperó 30 metros en un parpadeo, dejando por el camino a Koke como a quien le pasa un avión por su lado, y repelió el intento del Cucho, que no sabía cómo demonios se las había ingeniado para aparecerse ante sus ojos, cuando creía tener despejado el viaje hacia Oblak.

Hasta el descanso, hubo algún otro intento de Carrasco y alguna escena cómica, como el piscinazo de Maksimovic en el área rojiblanca, que el propio jugador corrigió casi ruborizado. El lance, por la protesta, le costó la amarilla a Giménez. Entre la alambrada, Oblak y Soria, acostumbrados a vivir al calor de sus compañeros, no pasaron apuro alguno.

Saúl no ofreció ningún remedio a Simeone. Es más, pasó inadvertido. Así que de la grada bajó Joao Félix, que aguardaba su turno, con la esperanza de encontrar algo en su chistera con lo que planchar una noche que viajaba arrugada. Para ello se aproximó hasta Koke con la esperanza de poder iniciar su homilía desde la medular. Arambarri siempre andaba con el colmillo presto a bajar los humos al portugués. Joao nunca se escondió. El Getafe, que no pasa por sus mejores días, tenía en mente cortar la sangría contra el equipo rojiblanco, tras 13 derrotas consecutivas y 34 goles en contra y ninguno a favor desde que lo entrena Simeone. Detener a un ogro, vaya.

LAS PARADAS DE SORIA

Pasó un mal rato el Atlético, cuando el Getafe volvió a ser aquel equipo que miraba hacia arriba y no dejaba echar la vista hacia atrás. Hermoso repelió una contra con aroma a veneno y Oblak desenfundó los guantes. Fue un mareo rojiblanco que Simeone trató de aliviar con una revolución. De golpe, Lodi, Dembélé y, sobre todo, Lemar saltaron al verde. Era momento para inventarse algo y no parece que haya mejor forma de hacerlo que con Joao Félix, Koke y el propio Lemar, para una sala de máquinas ideada para atravesar la trinchera.

En esas, a Nyom se le cruzó un cable y, VAR mediante, fue expulsado. Un gesto tan grosero que el propio jugador, cuando vio que árbitro corregía su amarilla, sólo agachó la cabeza. Aún así, en inferioridad, Aleñá, entregado y voluntarioso, siguió peleando. Ni al VAR ni al colegiado le pareció penalti un descuido de Dembélé en el área propia, demostrando que lo suyo no es defender. El francés acabó formando pareja de baile con Suárez y suyas, aparte de la caricia al palo del uruguayo, fueron las mejores ocasiones. A todas respondió implacable David Soria, salvo una, imperdonable, que mandó al limbo él solo. El líder acabó atascado en el barro y con un pellizco inesperado en su mullido colchón.

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