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Mamardashvili, el portero georgiano que apareció en un e-mail para vivir un cuento de hadas en Valencia

Es el único jugador de Georgia en Primera y estará en el duelo ante España. El Valencia lo fichó cedido para su filial, en quinta división, y Bordalás lo ha hecho titular.

Giorgi Mamardashvili, en un partido con el Valencia.

Un e-mail llegó el pasado mes de mayo al correo de todas las secretarías técnicas de Primera y Segunda División. Lo firmaba la agencia Khalena Sport y contenía estadísticas, vídeos, fotos y un perfil completo del guardameta Giorgi Mamardashvili, el jugador revelación de este inicio de Liga y que hoy estará en el Nuevo Vivero de Badajoz para enfrentarse a España.

El destino le tiene al borde del debut en Georgia y le ha puesto bajo los palos del Valencia, aunque ni aparece en el listado de la plantilla del primer equipo y luce un impropio dorsal 28 a la espalda. Su historia es de cuento de hadas.

«Todas las respuestas a aquel correo eran ‘gracias, lo miraremos’. Algo más se interesaron el Elche, el Girona, el Levante y el Fuenlabrada. Pero nada en concreto. Entonces apareció el Valencia», cuenta a El Mundo su agente, Antonio López, el hombre que firmaba aquel mail y que se fijó en él cuando, defendiendo con 19 años la meta del Locomotive de Tiflis, se enfrentó al Granada en una eliminatoria previa de Europa League.

Mamardashvili (Kutaisi, 2000) nació para portero, y no porque su padre lo fuera. David nunca llegó a jugar a primer nivel, pero como entrenador de la escuela del FC Torpedo de Kutaisi, la talla de su hijo desde niño le decía que sería mejor que él. A los 16 años, ya con 1,99 de altura y movimientos felinos, lo envió a Tiflis reclutado por el Dinamo, que primero lo cedió al Rustavi y después al Locomotive, donde lo vió Antonio López y se empeñó en traerlo a España. «Era importante que saliera de Georgia para que demostrara su potencial», explica.

Solo el Valencia se la jugó. Luis Martínez, Marco Otero y Jordi Jiménez vieron en él una buena opción para reforzar al Valencia Mestalla, en el pozo de la Tercera RFEF, la quinta división española. Convencieron al director deportivo, Miguel Ángel Corona, para pagar 50.000 euros por una cesión con una opción de compra de 850.000 si la ejecutaban antes de enero 2022. En ese caso, el jugador tendría tres años de contrato y una cláusula de 15 millones.

No es que Mamardashvili tuviera dudas, pero el seleccionador Willy Sagnol lo empujó a decir un sí al Valencia con un rotundo «ni te lo pienses». Y eso que el francés siguió confiándole la titularidad de la absoluta en la derrota ante Kosovo a Giorgi Loria, de 35 años.

UN SUELDO ‘EXTRA’ EN PREMIOS

Con el visto bueno al Valencia, empezaron los viajes a Estambul para obtener el visado de residencia y el permiso de trabajo. La Tercera RFEF no es una categoría profesional y los trámites no los facilita Exteriores. ‘Mama’, como ya le apodan en el vestuario, no venía como una estrella. Llegó a España solo, sin saber ni una palabra de castellano y muy poco inglés. Sus padres y su hermana no le siguieron en una aventura de incierto resultado. Solo López y su socio Javier Piquer tenían fe en él. «En la sesión de fotos nada más firmar el contrato ya se le veía una madurez y una confianza impropia de un futbolista de 20 años», recuerda.

Por eso le arrancó a Anil Murthy premios por objetivos en el contrato, que han llevado al portero a ganar en un mes lo mismo que tenía firmado para toda la temporada. Había que aprovechar la puerta abierta de un club grande, por si los astros se alineaban. Y lo hicieron. La lesión de rodilla de Jaume y la rotura en los gemelos de Cillessen dejaron a José Bordalás solo con un portero: el canterano recién renovado Christian Rivero. Así que citó al georgiano para la pretemporada… y se encontró una joya.

En su debut ante el Atromitos griego tembló de nervios durante algunos minutos para después deslumbrar volando en dos paradas. Eso sí, también se hizo un lío con los pies, su punto débil. Ochotorena ya lo ha puesto a trabajar para mejorar esa faceta.

Pese a su estatura, ya ha demostrado habilidad y reflejos, tanto que su excelente debut en Liga ante el Getafe fue noticia de apertura en la televisión de Georgia. Y es que es el cuarto jugador de la ex república soviética que debuta en Primera. A la Real llegó en el 2000 el delantero Demetradze y al Levante siete años después Arveladze. Los últimos minutos de un georgiano los tuvo el canterano granota Kochorashvili en San Mamés.

Mamardashvili, que solo ha encajado un gol, está centrado ahora en mantener la confianza de Bordalás y aprender castellano con una profesora. Se comunica con palabras simples, pero le cuesta entender. Ante el Getafe, cuando Gil Manzano le advirtió de que lo expulsaría si perdía tiempo, solo pudo sonreír. No entendió ni una palabra.

No le será fácil mantener en el once ante la presión de Cillessen, recuperado, pero su nombre ha pasado de la papelera a la agenda de medio fútbol europeo.

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