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La polémica reivindicación de Joao Félix: «¡Calla la puta boca!»

El delantero portugués, tras un mes sin marcar, celebró con rabia su gol. «Me encantan los jugadores rebeldes», dijo Simeone

Joao Félix, durante el partido ante el Villarreal.

De un delantero que sólo ha marcado dos goles en más de tres meses, que llevaba ya cinco partidos seco, se podría esperar una celebración enloquecida. Aunque, bien pensado, en cierta manera lo fue. Joao Félix controló con el pecho en el borde del área, le pegó de volea y decidió no echar a correr sino a caminar. Miró en dirección a su banquillo y le gritó a alguien indeterminado «calla la puta boca» mientras se llevaba su dedo índice a la boca.

La pregunta es clara: ¿a quién iba dirigido su reivindicativo mensaje? «Es una pregunta para él. Yo se lo preguntaré en el próximo entrenamiento, ya veré después si se lo digo a ustedes o no», contestó Diego Simeone, probable destinatario -al menos posible-de la rebeldía verbal del portugués, rápidamente tapada por el capitán Koke durante la celebración.

Al Cholo, claro está, le preguntaron varias veces por la celebración del portugués y cada respuesta la encaró con una sonrisa. «Me encanta el jugador rebelde, el que tiene orgullo, el que quiere reaccionar a situaciones complicadas tras llevar un tiempo sin marcar gol. El gol despierta algo importante en él. Me gusta que mis jugadores tengan orgullo, que tengan fuerza. Los rebeldes, dámelos», añadió el técnico, aclarando implícitamente que, si el mensaje era para él, lo ve por el lado positivo.

Joao era el único futbolista que se había caído del once con respecto al partido contra el Chelsea. Una manera, se quiera o no, de señalarle. Salió tras el descanso por Lemar, «sustituido por precaución por molestias por un golpe», según informó el Atlético, sin mayor detalle, y ocupó el flanco izquierdo del ataque. No tuvo demasiada incidencia pero marcó el gol que ataba la victoria colchonera, que era de lo que se trataba. No era un duelo para la estética, sino para el triunfo.

SUÁREZ, A REFUGIO

Antes de que Joao Félix armara la diestra para marcar su gol -la cosa acabó 19-6-, el Villarreal sumaba 11 remates y el Atlético, 5. En los registros de pases, la proporción de dos a uno se mantenía a favor del conjunto castellonense. Al Atlético de hace un mes quizá le habrían creado cargo de conciencia unos números así. Pero tras un febrero en el que había perdido tantos puntos como en el resto de la Liga, no era un domingo para la lírica. Era un domingo para su prosaica tradición. Para ser feo, para ser fuerte, para ser letal. Porque intentar ganar la Liga ofrece espacios para ponderar la estética, pero tratar de no perderla, que es lo que ahora hace el Atlético, no admite el error, sino que exige ganar aun cuando quizá no lo mereces.

Eso no quiere decir que fuera un partido sencillo, claro. Simeone se estrujó la cabeza para ir ordenando en todo momento lo que entendía que necesitaba su equipo, exprimiendo su catálogo de recursos tácticos. Comenzó con cinco defensas, pasó a jugar con cuatro a partir del minuto 15 y después del descanso recuperó su formación inicial, con Saúl de improvisado carrilero izquierdo. El partido lo acabó el Atlético con un centro del campo formado por LlorenteKondogbiaTorreira Koke. Cemento armado para defender el resultado, como en los viejos tiempos.

Luis Suárez, con escasa presencia en toda la noche, fue uno de los sustituidos, a falta de un cuarto de hora para el final, pensando en preservarle de una posible quinta tarjeta amarilla que le habría privado de enfrentarse al Real Madrid en el decisivo derbi del domingo.

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