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Un gol de Dani Olmo en el minuto 92 salva el orgullo y las opciones de Mundial de España ante Georgia

En otro partido espeso y malo de los de Luis Enrique, el tanto permite seguir conectado a una fase de clasificación aún difícil.

Fue en el minuto 92. Fue un tiro desesperado de Dani Olmo en el que el portero tuvo una contribución decisiva para que fuera gol. Fue un grito liberador de una selección, la de Luis Enrique, que veía cómo se le escapaba la vida en esta fase de clasificación. Hasta ese momento Qatar, el país, estaba lejos de España, también el país. Pero España, la selección, estaba todavía más lejos de Qatar, el Mundial. Después del tropiezo ante Grecia, y hasta ese minuto 92, el equipo nacional ofrecía un aspecto moribundo que le conducía irremediablemente a una repesca (en el mejor de los casos). Porque estuvo incluso por debajo en el marcador, porque empató en una acción aislada y porque, tras media hora siendo incapaz de generar nada sabiendo lo que se jugaba, sólo esa parábola del jugador del Leipzig salvó al equipo de un bochorno incontestable.

Al final del primer tiempo, las sensaciones no podían ser peores. La selección, tras empatar ante Grecia en el primer partido, se iba al vestuario perdiendo con un gol de la estrella georgiana, Kvaratskhelia, que amargó de mala manera el debut de Pedro Porro en el lateral derecho. Con el ruido de los 15.000 espectadores, enfebrecidos con el tanto, y habiendo sido incapaz de generar una ocasión clara durante tres cuartos de hora, España se sabía lejos, lejísimos, del Mundial de Qatar.

Luis Enrique, fiel a sí mismo, cambió siete futbolistas respecto al partido del pasado jueves. Tres de los cuatro defensas, el centro del campo entero y uno de los tres de arriba. Por centrarlo en el núcleo del equipo, Busquets, Pedri y Fabián sustituyeron a Rodri, Koke y Canales. El resultado fue poco más o menos el mismo, teniendo España una posesión intrascendente, incapaz de desequilibrar el buen sistema defensivo de los de casa.

Georgia jugó como Grecia, pero sólo en un 50%. Defendió como los griegos, con mucha gente, casi toda, por detrás de la pelota, pero la diferencia fue que, cuando lograba recuperarla, y no fueron pocas veces, lanzaba contragolpes con muchísimo peligro, con muchísima mala baba. Casi siempre por el costado izquierdo, donde Kvaratskhelia, un chico de 20 años que juega en el Rubin Kazan ruso y al que pronto vamos a ver en un gran club de Europa, hizo lo que quiso como quiso y cuando quiso. Es el chaval un rayo, siempre con la pelota pegada al pie, siempre vertical, encarando a otro chaval, Pedro Porro, al que le dio la noche. Así que España pasó todo el primer parcial estrellándose contra el muro georgiano y sufriendo en las vueltas. Si ante Grecia dijo el seleccionador que había sido el mejor partido de su vida a nivel defensivo, ante Georgia no puede presumir de lo mismo.

MUCHOS CAMBIOS

Movió el árbol Luis Enrique en el descanso, quitando al central con tarjeta, Diego Llorente y, en una decisión sorprendente, meter a Dani Olmo para retirar a Bryan Gil, que era el único que, al igual que ocurrió contra Grecia, intentaba el uno contra uno, la principal arma, junto a una conducción, para romper un equipo acostado sobre su portero. La suerte para la selección fue que nada más comenzar -a los 10 minutos- un centro de Jordi Alba encontró a Ferrán Torres en el segundo palo, y con el empate el equipo empezó a respirar. Nunca terminó de asentarse, porque cada cinco minutos Luis Enrique introducía un cambio. Thiago, Marcos Llorente, Oyarzabal…

Un baile de cambios y posiciones que no permitía a los que entraban, y a alguno que estaba en el campo, pasar más de diez minutos en el mismo puesto. Con Georgia presa del cansancio, percutió España cuanto pudo, que no fue mucho. En realidad, no fue capaz de generar ninguna ocasión de gol, incluso sabiendo que el tropiezo le dejaba el Mundial de Qatar como una quimera, a expensas ahora de ganar los seis partidos que le quedan por delante. Fue Dani Olmo, un poco por no saber qué más hacer, quien intentó un tiro lejano. El balón cogió al portero adelantado y descoordinado en el salto, de modo que en el final, cuando todo parecía negro, España salvó el orgullo y las opciones de Mundial. Con mala cara, pero lo salvó. Y teniendo seguramente que ganar igual los seis partidos que le quedan.

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